Cuando salís a caminar o vas en un bus, es más fácil divagar,
pensar en cualquier cosa o escuchar a tu subconsciente, pero hay ocasiones en
las que tu mente se convierte en un inquisidor, que te cuestiona, te enfrenta,
te pregunta y te dice lo que no queres oír.
“Te equivocaste”, “Aja… y entonces cuando vas a hacer eso
que tenes pendiente”, “Ya paso tanto tiempo y vos seguís en las mismas”. Esas frases
que de nadie le gusta oír, mucho menos de vos mismo. Y me pasa a mí!, “la la la
la la la” empezaba a decir mi cabeza para callar a mi conciencia, pero no le importó
y lo peor es que la escuchaba hiciera el ruido que hiciera.
Mi conciencia siguió hasta que termino, nimodo, la escuche!,
pero al final un sabor amargo en mi boca cuestionaba mi existencia, me sentía fracasado
en cosas que he querido conseguir y no he conseguido, y viéndolo así fríamente también
pues quería salir corriendo, quería que alguien me consolara y tal vez solo me
dijera. Animo!, Pues ese ánimo lo encontré en la historia de un amigo, que me
conto como su ideal más grande en la vida fue destruido y regresar de esa
batalla con las heridas más grandes, entre ellas la de saberte derrotado, tuvo
consuelo en dos palabras “aparente fracaso”, que alguien le dijo a él, y que le
hicieron ver en macro la vida y concluir que una derrota puede servirte para
crecer mientras sigas luchando, también puede que no, pero si seguís tu camino
en algún momento encontras algo, y eso puede ser felicidad, también me hizo
recordar que la felicidad no está en el fin, sino en el camino, vivilo, gozalo,
sufrilo, lloralo pero no te detengas allí está la felicidad, llena de aparentes
fracasos.