martes, 22 de mayo de 2012

Un aparente fracaso


Cuando salís a caminar o vas en un bus, es más fácil divagar, pensar en cualquier cosa o escuchar a tu subconsciente, pero hay ocasiones en las que tu mente se convierte en un inquisidor, que te cuestiona, te enfrenta, te pregunta y te dice lo que no queres oír.

“Te equivocaste”, “Aja… y entonces cuando vas a hacer eso que tenes pendiente”, “Ya paso tanto tiempo y vos seguís en las mismas”. Esas frases que de nadie le gusta oír, mucho menos de vos mismo. Y me pasa a mí!, “la la la la la la” empezaba a decir mi cabeza para callar a mi conciencia, pero no le importó y lo peor es que la escuchaba hiciera el ruido que hiciera.

Mi conciencia siguió hasta que termino, nimodo, la escuche!, pero al final un sabor amargo en mi boca cuestionaba mi existencia, me sentía fracasado en cosas que he querido conseguir y no he conseguido, y viéndolo así fríamente también pues quería salir corriendo, quería que alguien me consolara y tal vez solo me dijera. Animo!, Pues ese ánimo lo encontré en la historia de un amigo, que me conto como su ideal más grande en la vida fue destruido y regresar de esa batalla con las heridas más grandes, entre ellas la de saberte derrotado, tuvo consuelo en dos palabras “aparente fracaso”, que alguien le dijo a él, y que le hicieron ver en macro la vida y concluir que una derrota puede servirte para crecer mientras sigas luchando, también puede que no, pero si seguís tu camino en algún momento encontras algo, y eso puede ser felicidad, también me hizo recordar que la felicidad no está en el fin, sino en el camino, vivilo, gozalo, sufrilo, lloralo pero no te detengas allí está la felicidad, llena de aparentes fracasos.

lunes, 7 de mayo de 2012

Segunda oportunidad


Cof cof… tuve un acto reflejo que nunca antes había sentido, la sangre salía por mi boca, debido a la herida que tenía en mi costado, el sabor metálico  y una sensación de tener algo aún más viscoso que la propia saliva me era incómodo. Mi objetivo estaba a dos metros, tenía que arrastrarme para llegar allí, las fuerzas me faltaban, pero sabía que era la única esperanza que le quedaba a la humanidad, mi vida estaba terminada, solo era que le pudiera ganar unos minutos a la muerte y que mi cuerpo que solo era un pedazo de carne que se arrastraba incompleto, permaneciera unido y funcional, para lograr halar la palanca que restablecería el sistema.

Veía una luz a cada esfuerzo que hacía, y casi no lograba enfocar, la respiración era un proceso que hacía que mis costillas me dolieran, pero también un acto reflejo me obligaba a tomar bocanadas de aire, sentía un sudor frio en mi cuerpo, que me seducía a dejar el esfuerzo y solo cerrar los ojos. No sé si era mi mente o mi corazón, lo que me impulsaba a seguir arrastrándome dejando ese rastro de sangre en el piso, cada vez menos fuerzas, el tiempo no estaba a mi favor, pero me faltaba un metro ya había llegado a la mitad de mi destino.

El dolor sacaba lágrimas de mis ojos, que no se atribuían a algún sentimiento, era involuntarias, pero mi visión cada vez se debilitaba más, el esfuerzo requería mas energía cada vez, una mezcla de calor y frio en mi cuerpo, por la sangre que me cubría y el sudor que no dejaba de generarme escalofríos. Llegue a la base de los controles, ya no importaba más, un último esfuerzo más y todo habría terminado, sabía que tenía que hacerlo de una vez o no podría repetir el esfuerzo, coloque un brazo sobre la superficie del tablero y el otro me empujaba hacia arriba, ese esfuerzo me dejo ciego por completo, estando en el aire por el impulso extendí mi mano y logre agarrar la palanca que necesitaba, pero mis ojos que veían  una luz blanca segadora ahora vieron la oscuridad, pero que falta de educación nunca me presente, ya no importa, ya no era…

Nadie supo quién era él, ni siquiera si fue consciente de que había logrado su misión, pero una sonrisa en su rostro ensangrentado nos decía que si, muchas gracias a ti desconocido, que moriste como cualquiera debió de haber vivido, dando a los demás otra oportunidad.